Y al principio de los tiempos, no había nada...

Para ser precisos, todo estaba repleto de NADA... una nada cósmica que cubría el vasto, que no basto, Universo.

Miles de científicos, quizá cientos, darían una parte redundante de su escroto por poder analizar de qué se componía esa NADA prebigbangeante... Estúpidos ellos, que no saben que esa nada hoy en día aún existe, e incluso la venden en los super.

Sí, mis queridos lectores... El secreto está en los envases al vacío. Esos millones de envases que han sido esterilizados y donde toda sustancia útil ha sido extraída con todo el cariño que un fabricante de conservas puede poner en su producción en cadena.

Si tanto interés tienen los científicos en investigar el origen del universo, que dejen de estallar meteoritos o mirar a Ganímedes, que es como mirar a Cuenca, pero más cósmico... que se vayan al Champion más cercano y que compren un bote de mayonesa, por poner un ejemplo, e investiguen la porción de nada que existe entre la tapa y el comienzo de la mayonesa.

Si es que serán todo lo eruditos que quieran, pero les falta un hervor a todos y un poquito de toma de contacto con la vida real.

Valientes gilipollas...


Científica listilla en prácticas haciendo una prueba de campo sobre la Nada en los envases de alcoholes y derivados. Llegó a postular el arriesgado teorema de que "todo elemento expuesto a la Nada pilla un pedo de cuidado". Como en casi todos los casos de teoremas sobre la creación del Universo, nadie se atreve a negarlo completamente. Pero a ésta, por listilla, ya le pusieron un cero muy hermoso.